No son mis planes,
es la voluntad de Dios.

No es mi barro,
es la mano del alfarero.

No son mis previsiones,
es quien calma la tempestad.

No es la multitud obediente,
son los pocos que son llamados.

No son los constructores,
es edificar sobre roca.

No somos nosotros,
aunque estemos dispuestos,
a navegar mar adentro,
a dejar padre y madre,
a responder con un sí generoso.

No somos nosotros,
es la roca firme sobre la cual construimos,
es la voz que nos indica dónde tirar las redes,
es la presencia que nos saluda deseándonos paz.

No somos nosotros.

/ FRANCISCO DÍAZ, SJ