Mt. 2, 13-18: La vida es vida.
El poder
esto de querer manejarlo todo, controlarlo todo, puede llegar a un extremo que ya lleva a ser malo. Lastima y mata a personas, y por sobretodo destruye la inocencia. Esto pasa en la vida. Cuando uno habla de este poder, rápidamente nos remitimos a los poderosos y gobernantes.
Pero también está ese poder en la casa, en la familia: cuando aparece esa mamá controladora o ese papá controlador, o esa hija o ese hijo manipulador; todo esto termina destruyendo la confianza en el otro y lleva a que ya nadie se entregue con totalidad hacia la otra persona por miedo a que lo hieran o lastimen. No busques ser poderoso a costa de la debilidad de otros.

Los inocentes
son aquellos que se entregan sin maldad y hasta sin rédito. Cuántos inocentes nos rodean que nos dan su confianza y nosotros los usamos. Hoy pidamos perdón por haber lastimado o herido a aquellos inocentes que nos rodean.
Pido perdón por abusar de esa confianza total que me diste y llegando a manipular para que hagas lo que yo quiero que hagas. La inocencia en este mundo sigue presente, pero cuán triste es decir que, por ende, también sigue habiendo crímenes contra la inocencia. Porque jugar o atentar, o manosear la confianza de aquel otro que se te da o se te entrega, es verdaderamente un crimen.
Sí a la vida
hoy es un día particular en la Argentina. Hoy se debate si sale la ley del aborto. Un tema que ha dividido a los argentinos en un tiempo pospandemia, en que deberíamos estar más unidos. Pero cuando hablo de «sí a la vida» también pienso en otras cosas que son importantes y no se debaten, y no sé si se debatirán.
Porque me preocupa que, en un gran sector de mi país y del mundo, haya gente que no tiene agua potable; sin embargo, no existe ni se debate una ley sobre ello. Digo sí a la vida para seguir luchando, ya que aparecieron nuevos casos de desnutrición en mi país y más concretamente en una provincia cercana a la mía. Para resolver eso no hay todavía una sesión ni una ley.
Digo sí a la vida porque también veo que debemos juntar tapitas de gaseosa para ayudar a niños con cáncer para que logren ser tratados, ya que no hay una sesión ni una ley que los ampare. Digo sí a la vida porque todavía no hay una ley que respalde a médicos y maestros, que son los dos ejes esenciales para que un país salga adelante. En fin, cuando digo sí a la vida digo sí a todo lo que implica vida.
Déjame cuidar mi inocencia, y por ello quiero seguir luchando y soñando por un mundo mejor. Que los Santos Inocentes intercedan por nosotros.
Padre Luis. Tucumán. Argentina
Un comentario en “Mt. 2, 13-18: La vida es vida.”
Deja una respuesta Cancelar la respuesta
Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.
Pingback: Mt. 2, 13-18: La vida es vida. – ABP – CEA