«Cómo la Palabra de Dios iluminó los momentos de amargura y los momentos de alegría de mi Vida Consagrada»


El 08 de diciembre cumplí 25 años de vida religiosa, entre las Hnas. de Jesús Buen Pastor – Pastorcitas. Ocasión que tengo para dirigir a Dios humildemente mi acción de gracias por su fidelidad tierna, paciente, misericordiosa, experimentada a lo largo de estos años. En su fidelidad ha sido posible caminar hasta hoy y hasta cuando Él quiera.

Hna. Mirina Ibarra, hjbp


            Desde los inicios de mi vida consagrada, sin duda, la Palabra de Dios ha sido luz, fortaleza, bálsamo, consuelo, fuente de gozo y de paz. La llamada del Señor resonó más fuertemente precisamente en esta Palabra orada, meditada, celebrada, compartida en comunidad, en la catequesis con la gente sencilla y sedienta de palabras de vida, junto a mi Párroco, a la Hnas. Pastorcitas y a otros jóvenes con quienes recorríamos los lugares más alejados de mi pueblo y algunos más pobres del Perú. En cada lugar de encuentro experimentaba reales las palabras del salmista: Cuán dulces son a mi paladar tus palabras, más que la miel a mi boca (Sal 119,103).

Pero mi vocación a la vida religiosa se gestó sobre la sangre derramada de un Beato Mártir, P. Sandro Dordi, mi Párroco y acompañante espiritual, en cuya vida y muerte la Palabra se encarnó y se hizo Pascua, vida donada totalmente y gratuitamente. Allí fui testigo de que “si el grano de trigo no cae en tierra y muere no da fruto…pero si muere da fruto abundante” (Jn 12,24). Y que “nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13).  En ese entonces escuché a Dios que me hablaba en mi corazón “¿A quién enviaré? ¿Quién irá por mí?” Yo dije “Aquí me tienes, mándame a mí” (Is 6, 8). De ese primer SI han pasado ya 25 años.

No ha sido fácil el camino, he experimentado también momentos de sufrimiento, de soledad, de fracaso, de muerte, de solidaridad con el sufrimiento cotidiano de las personas que he acompañado, de los niños, jóvenes, las familias, los enfermos, rostros concretos, historias concretas, nombres con los que tengo lleno el corazón. En esas circunstancias he hecho experiencia de un Dios Pastor y las Palabras del Salmo 23 han devuelto a mi vida esperanza y serena alegría: «pues el Señor es mi Pastor nada me falta, en verdes pastos me hace reposar, en aguas tranquilas ha renovado mis fuerzas…aunque pase por quebradas oscuras, no temo ningún mal porque Tú estás conmigo, tu vara y tu bastón me dan seguridad…”

La Hna. Pastorcita, en comunidad y con el pueblo de Dios deja que la Palabra de Dios ilumine y acompañe toda la acción pastoral, no hay alegría más grande que el ser testigo de la vida que trae cuando los hogares y los corazones de la gente se abren y acogen la Palabra. En estos 25 años he compartido esta Palabra con muchos niños, jóvenes, familias en las distintas parroquias y comunidades donde he estado y cuánta palabra sembrada que el Espíritu hará crecer!! Es la alegría del Evangelio derramado en el pueblo y que el pueblo ha derramado y sembrado en mi corazón.

Y en este tiempo tan difícil y de tanto sufrimiento en el mundo entero, la Palabra de Dios es bálsamo que consuela y sana los corazones, el mío, los nuestros y el de todos nuestros hermanos porque como dice el Apocalipsis: “el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los guiará a manantiales de aguas de vida, y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.» (Ap 7,17). Esa es nuestra esperanza.


Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.