DOMINGO 1 de noviembre 2020: Preparamos el corazón para celebrar


Federico cp y Carlos cp



La liturgia nos propone celebrar la “Fiesta de todos los santos”. “Santo” es aquello que “separamos” para que no se corrompa.

Todos los seres humanos somos modelados por el Dios del amor, “Sus Huellas están en nuestro barro” (Gn. 2,7); como esa hermosa imagen que usa el profeta Jeremías: “He aquí, como el barro en manos del alfarero, así están ustedes en mi mano” (Jr.18, 6).
Está en nosotros ese Sueño de Dios de hacernos hermanas/os, humanizarnos gracias a la compasión, la cooperación, el cuidado y la creatividad, esto es lo que queremos “separar” para que no se corrompa.Por eso HOY celebramos la vida de millones de seres humanos que viven con coraje y ternura esta vocación común a ser humanos: “Nuestras Santas y nuestros Santos”, aquellas/os que hacen transparente este anhelo de Dios.
Jesús traduce este anhelo en 8 Bienaventuranzas. La comunidad de Mateo nos las ofrece: Mt.5, 1-13.

En esta celebración les vamos a proponer un pequeño cambio metodológico: Venimos partiendo de nuestra vida y desde ahí vamos al encuentro de la Sabiduría de Jesús. Esta vez vamos a hacer los dos pasos juntos, de la mano de Ana María Díaz, esta amiga y discípula de Jesús, de Chile.


o Ana María nos va ayudar interpretar paradojalmente esta Buena Noticia de Jesús, partiendo de nuestra experiencia.
Volvemos a armar nuestra mesa de celebración.
Preparamos el pan, vino, y/o jugo natural. También puede ser un mate o un té. (Sumamos esta otra forma de generar encuentro y sentirnos en comunión).
Colocamos una vela, el Evangelio, flores o plantas, un poco de tierra y algún otro símbolo significativo. Alguna foto que ustedes quieran tener en esta celebración.
Tenemos el papel del lema: “Aprendiendo con los otros para gestar el Nosotros. Primer y segundo paso: Contemplamos y rezamos nuestra vida
desde la Sabiduría de Jesús
Les proponemos tres pequeños y profundos pasos en cada Bienaventuranza:

  • 1. Leer (escuchar) serena y profundamente la Bienaventuranza y la interpretación de Ana María.
  • Dejar que resuene en nosotros. Percibir a qué me esta desafiando. Ir haciendo oración con cada
    Bienaventuranza. Podemos ir escribiendo pequeñas oraciones.
  • Concluir rezando cantando con un estribillo. Que el canto y la poesía nos ayude a ir hilvanándolas.

Las paradojas de la felicidad (Mt. 5, 1-13) Ana María Díaz

  • “Es posible ser feliz más allá de ser rico o pobre, de llorar o reír, de tener poder o carecer de él… porque la
    felicidad consiste en mirar la vida con ojos de milagro, con esos ojos creyentes que descubren una invisible presencia por encima de toda experiencia”.
    En el Sermón de la Montaña, Jesús propone un paradojal modo de buscar, encontrar y vivir la felicidad. Paradojal, porque integra experiencias que la humanidad, antes y ahora, han considerado todo lo contrario a la felicidad. Justo a esas experiencias Jesús propone reconocerlas y buscarlas intencionadamente, como caminos de alegre fecundidad. Repasémoslas una vez más.
  • El sentido de ser austero
    Jesús dice: “Felices los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos”.
    Jesús sabe que anhelamos la riqueza y tememos la pobreza, y que ambos sentimientos nos esclavizan y perturban nuestra vida; que nos alejan de los demás, nos hacen traicionar los ideales, nos llevan a quebrantar principios y, sobre todo, nos llevan a vivir lejos de nuestro propio corazón. Son también causa de mucho dolor, de injusticias, abusos y crímenes, impiden que la humanidad se encuentre como una familia.
    Jesús propone la pobreza de espíritu como un modo de ser libres del control que ejercen sobre nuestra vida el ansia de riqueza y el temor a la pobreza, y de predisponer el corazón para acoger a los demás como iguales.
    • En silencio, dejamos que resuene… ¿a qué me desafía.?.
    o Podemos escribir alguna oración, si nos brota.
    • Cantamos o leemos:
    “Miren las flores y los pájaros al vuelo, en lo pequeño habita tanta inmensidad. En el misterio del amor nada se pierde. La misma orilla es el principio y el final”.
  • Los regalos del dolor
    Jesús dice: “Felices los que lloran, porque recibirán consuelo”.
    Jesús sabe que no aceptamos el dolor, que nuestra tendencia natural se inclina por definir la felicidad como total ausencia de dolor. Sin embargo, si observamos con atención, no podemos dejar de notar que el dolor nos vuelve sensibles al sufrimiento de otros, abre nuestro corazón al cariño de los demás, nos vuelve capaces de perdonar y de perdonarnos. Junto con todo esto, el dolor nos acerca a Dios, nos hace necesitarlo, buscarlo y encontrarlo. Todo esto es el inmenso regalo que nos hace el dolor.
    Nuestra definición de felicidad es parcial, negadora y regresiva. Frente a eso, Jesús nos propone una definición más honda, fecunda y madura. La felicidad definida como consuelo –como alegría después del dolor– es una concepción más completa de la vida: más prudente, más sabia, más libre, más ética y más espiritual.
    • En silencio, dejamos que resuene… ¿a qué me desafía.?.
    o Podemos escribir alguna oración, si nos brota.
    • Cantamos o leemos:
    “Poder perdonarte, sanar tus heridas.
    Caer en la cuenta de cuanto te habita. Dejar que el dolor, te de sus secretos. Y así tus anuncios, serán verdaderos. Decime sino, sino vale la pena”.
  • La sabiduría de la paciencia
    Jesús dice: “Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia”.
    Jesús sabe que para nosotros es un conflicto grave la urgencia con que queremos alcanzar nuestras metas y la ansiedad de tener que esperar por ellas. La espera suele volvernos infieles, secar el entusiasmo, apagar la pasión, matar los sueños y hacernos renunciar. En esta situación, no es extraño que la paciencia siempre nos haya sonado inútil.
    Jesús propone llenar con paciencia el espacio que existe entre nuestras necesidades y su realización, porque la paciencia es tolerancia a la frustración, capacidad de mantener calma y serenidad para no desviarnos del camino; es asimilar los fracasos; literalmente, nutrirse de ellos, aprendiendo las lecciones que nos dejan; es fortaleza ante las dificultades para considerarlas como desafíos a nuestra consistencia interna, a nuestras convicciones éticas y a nuestra capacidad de amar creativamente; es lucidez para respetar los procesos y recorrer paso a paso el camino, avanzando gradualmente, lo que no quiere decir
    lentamente sino secuencialmente; es tener sensibilidad para reconocer las señales del camino, porque la urgencia por llegar adormece nuestra sensibilidad para reconocer los signos que nos muestran que debemos corregir el rumbo.
    El conflicto entre la urgencia de nuestras necesidades y la ansiedad de la espera, se resuelve con esa notable sabiduría que es la paciencia, que no es otra cosa que organizar la urgencia, psicológica, ética y espiritualmente.
    • En silencio, dejamos que resuene… ¿a qué me desafía.?.
    o Podemos escribir alguna oración, si nos brota.
    • Cantamos o leemos:
    “Canto porque tengo esperanzas que se me escapan, pequeñitas y libres y enamoradas, si me da sus señales de vida el pueblo. Canto, doy señales de vida como naciendo. Doy señales de vida mientras espero. Que me de sus señales, sus benditas señales, de vida el Pueblo”.
  • Nutrirse con la misericordia
    Jesús dice: “Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados”.
    La metáfora nos ayuda a comprender que está hablando del alimento y la bebida que nos permite vivir. Sin embargo, es fácil creer que se trata del sentido legalista, equitativo e imparcial con que espontáneamente entendemos lo justo; aquella justicia de “a cada cual lo que le corresponde”, la del premio y el castigo.
    En nuestra realidad humana, frágil, y muchas veces miserable, es poco lo que podemos esperar del sentido legal de la justicia. Esta justicia no puede ser alimento de vida para nosotros. Para entender bien, es necesario tener en cuenta que el Dios de Jesús no es equitativo, imparcial ni ecuánime. Todo lo contrario, Dios es parcial, favoritista e influenciable; no está interesado en juzgar sino en amar, no se mantiene a indiferente distancia, se compromete solidariamente.
    Misericordia es una palabra compuesta, se conforma de miseria, que quiere decir desgracia, y de cordis, que quiere decir corazón. Dios pasa nuestras miserias por su corazón, las comprende y las perdona. Este es el único modo de tener vida: nutrirla con la misericordia de Dios, que nos vuelve lúcidos acerca de nuestra necesidad de él y de nuestra necesidad de los otros.
    • En silencio, dejamos que resuene… ¿a qué me desafía.?.
    o Podemos escribir alguna oración, si nos brota.
    • Cantamos o leemos:
    “Solo el amor, alumbra lo que perdura. Solo el amor convierte en milagro el barro… Solo el amor engendra la maravilla. Solo el amor consigue encender lo muerto”.
  • Abrirse a la compasión
    Jesús dice: “Felices los compasivos porque alcanzarán misericordia”.
    Jesús sabe que el dolor nunca nos resulta indiferentes, que siempre nos inquieta, asusta y conmueve. Frente a él podemos reaccionar de un modo centrado en nosotros mismos o centrado en los otros. En el primer caso, se trata de un contagio emocional, y en el segundo, de la experiencia de la compasión. El contagio emocional es la reproducción interna de la vivencia del otro, y se produce como efecto de “estar” con el otro. Si veo sufrir a otro, me conmuevo, pero no necesariamente me afecta valorativamente ni me compromete a actuar.
    La compasión, en cambio, es compartir un sentimiento, donde la situación del otro es un valor que me concierne y me impulsa a actuar. La compasión es efecto de “ser” para el otro. Somos afectados valorativamente por el hecho de que el otro sufre. Implica un desbordamiento de la estrechez del yo individual y se origina en la riqueza y la fuerza interior. Así se entiende por qué Jesús nos dice que la compasión nos lleva a la misericordia, lo cual quiere decir que, por el camino de ponernos en el lugar del
    3 otro, con total descentramiento de nosotros mismos, podemos llegar a tener los mismos sentimientos de Dios, pasando por nuestro corazón las miserias de los otros.
    • En silencio, dejamos que resuene… ¿a qué me desafía.?.
    o Podemos escribir alguna oración, si nos brota.
    • Cantamos o leemos:
    “Hay que ponerle el cuerpo hermano. Hay que poner mucha pasión.
    Si vos queres que cambie algo, tenes que abrir el corazón. Hay que ponerle el cuerpo hermano. Hay que crear fraternidad. Si vos crees en algo nuevo: Abrite a la diversidad”
  • Contemplar con un corazón limpio
    Jesús dice: “Felices los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”.
    Jesús sabe que nuestro corazón tiene un lado oscuro, que siempre amenaza contaminar todo lo que vivimos; que nuestro corazón padece miedo, agitación, ira y temor, todo lo cual nos paraliza, nos desorganiza, nos hace sentir inermes o enfurecidos; que nuestro corazón está expuesto a sufrir el dolor de la desconfianza, del descontento, del agravio y la derrota, todo lo cual nos hace vivir en guardia, experimentándonos insatisfechos, impotentes y heridos por la falta de valoración; finalmente, sabe que estamos expuestos también a la envidia, los celos y el afán de venganza. Sí, nuestro corazón tiene un lado profundamente oscuro.
    Por cierto, las oscuridades del corazón perturban profundamente nuestra capacidad de contemplar limpiamente la vida, haciéndonos mirar todo con el oscuro cristal de la distancia y el rencor. Las oscuridades de nuestro corazón nos van hundiendo en el aislamiento y la esterilidad; no nos dejan sentirnos amados ni amar, y el corazón termina por cerrarse, sofocado por la oscuridad. Antes de llegar tan lejos, es necesario ocuparnos a tiempo de la imperiosa necesidad de sanar nuestras heridas y de abrirnos a la reconciliación y al perdón, de nutrirnos de generosidad y fecundas renuncias, de mantener siempre una activa paciencia y una confiada esperanza en la vida. La capacidad de ver a Dios es lo que Jesús nos dice que reciben aquellos que viven con el corazón limpio: ver a Dios y ver hermanos en los demás.
    • En silencio, dejamos que resuene… ¿a qué me desafía.?.
    o Podemos escribir alguna oración, si nos brota.
    • Cantamos o leemos:
    “Ojos de cielo, ojos cielo, no me abandones en pleno vuelo. Ojos de cielo, ojos de cielo, toda mi vida por este sueño. Ojos de cielo. Ojos de cielo”.
  • Honrar la comunión
    Jesús dice: “Felices los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.
    Jesús sabe que nuestra vida está traspasada por el desacuerdo, el conflicto y el enfrentamiento; que siempre estamos necesitados de caminos de diálogo, reencuentro y unidad, necesitados de construir la paz. Todos sabemos que un primer paso para construir la paz es el diálogo.
    Sin embargo, no hay que olvidar que el diálogo es simplemente la capacidad de escuchar con respeto las ideas del otro, lo cual tiene un inmenso valor, puesto que, para aceptar las ideas del otro, tengo que ser capaz de escucharlas y conocerlas.
    Pero el diálogo no puede dar más. Para que haya paz no es suficiente con intercambiar ideas, es necesario además ser tolerante, es decir, tener la apertura suficiente como para aceptar modos distintos de comprender, de valorar y de ser. Desde luego, sin diálogo es imposible abrirse a la tolerancia, pero la tolerancia es un paso más allá del sólo intercambio de puntos de vista. Es aceptar que el otro tiene derecho no sólo a pensar distinto sino a ser distinto.
    La tolerancia es una actitud a medio camino entre lo intelectual y lo emocional, de modo que abre paso a la siguiente etapa de la construcción de la paz, que es la empatía. La tolerancia no se sostiene sin el apoyo de
    4 la empatía, que es aceptar con respeto los sentimientos del otro. El diálogo nos permite construir la paz a nivel ideológico, la tolerancia nos permite construir la paz a nivel valórico, la empatía nos permite construir la paz a nivel emocional. Todos estos niveles son necesarios, pero insuficientes. La paz sólo será verdaderamente sólida si nos abre a la experiencia de la comunión. Ese es nivel en que la paz es una construcción ético-trascendente, que nos lleva a vivir pensando, tolerando, sintiendo y actuando éticamente, viendo en cada ser humano a un hermano.
    Sólo así la paz será sólida, sólo en la fraternidad universal podremos sentir que la construcción de la paz está terminada. Mientras tanto, Jesús nos dice que son felices los que trabajan por construirla, porque son llamados hijos de aquel, cuyo único sueño es que todos sus hijos, algún día, se reconozcan como tales.
    • En silencio, dejamos que resuene… ¿a qué me desafía.?.
    o Podemos escribir alguna oración, si nos brota. • Cantamos o leemos:
    “Hay que inaugurar talleres, donde viva lo diverso. Refugios de la esperanza, lugares de nacimiento. Donde nadie quede afuera, de la fiesta y del encuentro”
  • Tener un corazón fiel
    Jesús dice: “Felices los perseguidos a causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos”.
    Jesús sabe que vivimos interiormente divididos entre el deseo de luchar para mejorar el mundo y la tentación de conformarnos y adaptarnos pasiva y acríticamente. La tarea de mejorar el mundo es ardua, lenta y difícil, que además, se encuentra con la oposición y la hostilidad de todos aquellos a quienes no les conviene que las situaciones cambien, porque toca sus privilegios, activa sus temores o perturba su comodidad, lo que suele generar reacciones violentas. Es sencillo perseverar en las causas que son populares, las que todos ven con buenos ojos, pero es difícil perseverar en las que siempre se va contra la corriente.
    En las causas populares, la energía para llevarlas adelante se nutre de la buena fama, del éxito masivo, de la popularidad. Las causas contra corriente nutren su energía en las convicciones internas, en la autonomía personal, en la identificación con la causa, en el estímulo de los pocos que creen y esperan lo mismo y en la potencia de la fe.
    Todo esto se traduce en la virtud de la fidelidad, la capacidad de mantener, a lo largo del tiempo, la lealtad a una causa, más allá de la esperanza y más allá del dolor. Una fidelidad así ya no es esperanza, es certeza. Son felices, porque no tienen que esperar, ya lo poseen. Por eso Jesús nos dice felices los que son capaces de esperar lo que nadie espera, felices los que confían en lo que nadie confía, felices los que creen que los olmos pueden dar peras. Ellos y solo ellos viven la alegría de comprobar que las peras más fragantes, perfumadas y deliciosas, no las dan los perales, las dan los olmos. Felices los que así creen y esperan por el Reino de los Cielos. Más aún, felices aquellos a los que la fidelidad de su corazón les alcanza hasta para ser perseguidos…
    • En silencio, dejamos que resuene… ¿a qué me desafía.?.
    o o Podemos escribir alguna oración, si nos brota..
    • Cantamos o leemos:
    “Su Espíritu, sigue impulsando. A este pueblo, Crucificado.
    El pueblo libre será posible, muchos testigos hoy nos lo dicen. Angelelli, Oscar Romero, Carlos Mugica, mil compañeros.
    Su sangre canta en nuestras cuerdas. Este el tiempo del hombre nuevo. Hay que seguir andando, nomas…”
    Termina diciendo Ana María Diaz.
    La propuesta de Jesús viene a poner una complementación muy necesaria a nuestra concepción espontánea. Es posible ser feliz más allá de ser rico o pobre, más allá de llorar o reír, más allá de tener poder o carecer de él, más allá de estar sometido o de luchar, más allá de tener buena fama o de ser perseguido. Todo ello, porque los caminos de la felicidad consisten en mirar la vida con ojos de milagro, con esos ojos creyentes que descubren una invisible presencia por encima de toda experiencia.

Tercer paso: Comunión… Dejarnos abrazar por el Dios del Amor.

  • Una breve explicación:
    Algunos de ustedes nos han preguntado sobre este trecer momento: “¿Por qué suman “pan, vino, jugo y ahora mate, te?”.
    No es nuestra intención sustituir la eucaristía con estas celebraciones.
    Sí queremos alentar que hagamos lo que Jesús nos dijo: Que nos juntemos en “Su Nombre”, para entretejer “La
    Vida” con “Su Palabra” y así renovar nuestra esperanza, alrededor de la mesa de todos los días.
    Todo tiene las “Huellas de Dios”, por eso insistimos en despertar el “artesano del misterio” que habita en cada
    ser humano, para hacer “visible lo invisible”, contemplando la dimensión sagrada de la Vida. Todos los seres
    humanos son mediadores de Dios,“estan Sus Huellas en nuestro barro” (Gn.2, 7).
    Bendecir los alimentos es una tradición muy antigua, aquí tambien en este momento los bendecimos, cargándolos
    del sentido de lo que venimos rezando y así nutran nuestro andar.
    Es el momento donde hacemos más silencio, para que el Espíritu nos siga susurrando, para ensanchar el corazón
    aún más y así poder sentir que estamos entretejidos con todo, todas y todos; porque todo esta interligado… aquí lo hacemos conciente y lo agradecemos.
    Ahora ponemos toda nuestra atención en el pan y el vino, el jugo, también puede ser un mate o un te. Ellos son fruto de la Tierra y del trabajo de las campesinas y los campesinos. Ponemos en “esos dones”, estas Buenas Noticias que Jesús nos ofrece, lo que venimos rezando.
    Con sencillez y profundidad, damos gracias, con la conciencia de que Jesús puso en esos dones, Su Entrega. Con la conciencia de que “Donde hay dos o más reunidos en mi Nombre, yo estoy”.
    > Bendecimos esos dones con nuestras palabras, lo que brote del corazón.
    > Los comemos y bebemos en silencio…
    • Si alguno lo necesita hacemos nuestra oración en voz alta…
    • En comunión con la humanidad y la Madre Tierra, que estamos sufriendo con esta Pandemia, tantas
    muertes en soledad. Rezamos el Padrenuestro con confianza y ternura.
    • También le pedimos a María que nos ayude a a ponerle el cuerpo a los Sueños de Jesús, a estas Bienaventuranzas: “Dios te salve María…”
    • Que nuestra Bendición final, sea una palabra de aliento a cada una/o de los que hemos celebrado.
    Algo más que les queremos compartir
    Para preparar estas celebraciones, exploramos nuestra experiencia, leemos-rezamos el Evangelio del domingo y nos nutrimos de diversos aportes.
    Uno de los aportes que nos ayuda mucho es escuchar “UN TAL JESÚS”.
    Esta vez pueden buscar No 28 “Dios esta de nuestra parte”.
    Lo pueden buscar por Google o Youtube con solo poner “un tal Jesus”.
    -Para los que no conocen este recurso les contamos que se trata de la narración de la vida de Jesús, desde la Teología Latinoamericana. Elaborada por dos excelentes Biblistas y comunicadores sociales, discípulos de Jesus: José Ignacio y María Lopez Vigil (son hermanos de sangre).
    -Lo armaron en forma de RADIOTEATRO. Son 144 programas de 14 minutos cada uno.
    Desde el cap. 1 al 130: Los radioteatros nos comparten al Jesús de 30 años, que va descubriendo y viviendo apasionadamente su vocación. Hasta la pasión, muerte y resurrección.
    Desde el 131 al 144: María les cuenta a los discípulos/as de Jesús, los primeros años de su vida. Termina con la fiesta de Pentecostés.
    Se lo recomendamos. Son muy buenos. Ayudan para que te ubiques en esos tiempos y aclara mucho la interpretación del texto biblico. Es un recurso para nutrir nuestra fe y nuestra esperanza en Jesús. Además lo pueden usar en sus reuniones y encuentros.

  • Contentos de poder ofrecerles estas celebraciones, los/as abrazamos
    Federico José cp y Carlos cp

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