A 59 años de la Pacem in Terris
La encíclica «Pacem in terris» (11 de abril de 1963)

En este conjunto de acontecimientos llega el momento histórico 11 de abril de 1963, de la Encíclica Pacem in terris.
Inesperadamente, por sorpresa, casi como el concilio, sólo dos días antes el Papa anuncia la encíclica en una breve alocución, el día 9, en el momento de la firma en su Biblioteca.
El mismo Papa resalta que el documento tiene una innovación peculiar: que está di- rigido no sólo al episcopado universal, al clero y a los fieles de todo el mundo, sino también «a todos los hombres de buena voluntad», y que se basa en la Revelación divina y en las exigencias íntimas de la naturaleza humana, que se inscriben en la esfera del derecho natural.
Invita a todos a construir la paz a partir de las relaciones del hombre con el hombre; de los hombres con los poderes públicos; de las comunidades políticas entre sí; de los seres humanos y de cada una de las comunidades políticas con la comunidad mundial; y ofrece pautas para la organización de la comunidad mundial.
La paz, en definitiva, no consistiría en la ausencia de guerra, sino en la pretensión de emprender una completa tarea de transformación del mundo.
Cuando distintas comunidades se hallen enfrentadas por sus egoísmos, los conflictos no se han de dirimir por la fuerza de las armas, ni por el fraude o el engaño, sino por la fuerza de la razón, por la comprensión recíproca y por respeto al derecho de los otros.
Por tanto, ninguna nación tiene derecho a oprimir injustamente a otra, ni interponerse indebidamente en sus asuntos internos. Al contrario, todas tienen el deber de ayudar a las demás.
Y todas y todos los seres humanos gozan del derecho de exigir y el deber correlativo de dar esa colaboración.
Esa es la gran tarea de la paz que exige un esfuerzo progresivo, una gran tarea que sólo se realizará con la ayuda de Dios.
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