Santiago de Chile: Carta de los jóvenes Vicaria Sur


Cardenal Celestino Aós

Presente:

«En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí» Mt 25,40

Esperando se encuentre bien, hacemos llegar a usted ésta carta, que tiene como objetivo presentar el sentir de muchos jóvenes de comunidades pastorales de la Zona Sur de la Arquidiócesis de Santiago; escribimos a fin de plantear nuestro sentir ante su declaración realizada el pasado 18 de octubre, en donde hace referencia al estallido social en nuestro país y más específicamente a los incendios que se produjeron en dos templos católicos en la ciudad de Santiago.

Somos jóvenes que estamos de acuerdo con las demandas sociales y que hemos participado en las diversas movilizaciones que se han realizado exigiendo una sociedad más justa. El pasado 18 de Octubre se conmemoró un año del estallido social, en esta conmemoración surgieron diversas situaciones, tanto a nivel país, como también a nivel eclesial. En una parte de su declaración señaló que “los atentados afectan al alma, nos han herido y afectan el alma de los chilenos, el alma de los católicos. Nosotros queremos un Chile donde reine la paz”, como no estar de acuerdo con usted, queremos y deseamos la paz, pero también estamos convencidos que esta paz es fruto de la justicia, de aquella justicia que muchos hemos salido a la calle a exigir.

Valoramos las palabras que se han elevado para hacer saber el dolor de la Iglesia por la destrucción del patrimonio. Como católicos comprometidos, evidentemente también nos duele que se atente contra el lugar que acoge a una comunidad de hermanos en la fe.

Nuestros templos son, muchas veces, no solo refugio espiritual, sino un espacio de acogida y ayuda fraterna para tantos y tantas que necesitan de nuestro apoyo. Sin embargo, creemos que esto es insuficiente. Queremos recordar que el mismo día que el templo de La Asunción y la iglesia San Borja de Carabineros fue atacada, en nuestro territorio de la Zona Sur, específicamente en la población La Victoria fue asesinado Aníbal, producto de un disparo perpetrado por Carabineros, la misma institución de la iglesia incendiada.

Aníbal era un joven como nosotros y como muchos de los que acompañamos en nuestras pastorales. Nos preguntamos, ¿Qué rostro de Cristo estamos mostrando como Iglesia, si rasgamos vestiduras por una estructura (por muy significativa que sea) y guardamos un sepulcral silencio ante la muerte del mismo Cristo en los hermanos? ¿No atenta esto, acaso, contra el corazón del Evangelio de Jesús? ¿o es que seguimos sin comprenderlo?.

Nos provoca un profundo dolor ver que las cabezas de nuestra Iglesia no son capaces de salir de sus comodidades para alzar la voz como el mismo Jesús lo hizo ante las injusticias de su tiempo. Asumiendo las consecuencias hasta la muerte, Él se puso siempre del lado de los más débiles, a los que más necesitaban amor y compañía (prostitutas, leprosos, enfermos, pecadores, viudas).

Desde nuestra vida laical, cada cual, desde su contexto, día a día entregamos la vida para mostrar el rostro amoroso de Jesús, en medio de las situaciones más diversas y adversas. ¿No es posible esperar lo mismo de nuestros obispos? Creemos y sentimos que la cúpula de la Iglesia está distanciada del pensamiento de muchos jóvenes y cristianos que son partícipes de las movilizaciones sociales, que viven día a día en carne propia la injusticia social que existe en nuestro país y han sido vulnerados en sus derechos.

Cómo no recordar el daño ocasionado por la institución carabineros avalada por el estado de Chile, especialmente a Fabiola, Gustavo, Antony y Aníbal, y muchos otros que han sido mutilados. ¡Cómo se extraña y se valora aún más el trabajo realizado por la Vicaría de la Solidaridad cuando defendía férreamente los derechos humanos!

 Queremos señalar, que cuando un obispo de la iglesia alza la voz, no es a nombre propio, sino que involucra a todas las personas que conformamos el Pueblo de Dios y se ve representada por esas palabras. Nosotros no estamos de acuerdo con sus palabras del 18 de octubre.

Queremos decirle, con respeto, firmeza y humildad, que su mensaje no representa nuestro sentir como jóvenes cristianos, porque queda al debe con lo que realmente debe escandalizarnos y debemos denunciar: la muerte, la mutilación, la tortura las detenciones, las vulneración de los derechos humanos de la que son víctimas nuestros hermanos y hermanas más humildes y sencillos, porque insistimos, ahí está Cristo también presente en forma real.

Aún más, no nos bastan los comunicados. Pedimos que las cabezas de nuestra iglesia sean valientes y tomen una postura. La Iglesia no puede ser neutral frente a las violaciones a derechos humanos fundamentales, eso no es lo que Cristo haría en nuestro lugar, si Cristo fue capaz de echar a los mercaderes del templo ¿por qué nuestros líderes no pueden actuar concretamente a favor de lo que es verdadero y justo? Si Jesús fue capaz de enfrentar a los líderes de su tiempo sin miedo, pero con mucha fuerza en defensa de los más humildes y de la integridad de cada persona, ¿Por qué a nuestros obispos se les hace difícil enfrentar lo que sucede a su pueblo?

Sabemos que la violencia genera más violencia, por ello, no la avalamos bajo ningún frente, y con esta misma convicción reiteramos afirmando que la paz es fruto de la justicia.

Atte.

Jóvenes Zona Sur de la Arquidiócesis de Santiago. Noviembre 2020.

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